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D.n Jorge Volpi escribió en am - León ( 30 / 11 / 2024 ) ♦ La invasión ♦ "L a defensa del territorio mexicano que invadan las tropas de Estados Unidos es una necesidad urgente, y mi responsabilidad sería inmensa ante la Nación si no mandara a repeler a las fuerzas que obran como enemigas, y lo he mandado. Desde este día comienza la guerra defensiva, y serán defendidos esforzadamente cuantos puntos de nuestro territorio fueran invadidos o atacados”. Con estas valerosas palabras, el 23 de abril de 1846 respondió el presidente Mariano Paredes al hostigamiento que las tropas estadounidenses llevaban a cabo en la frontera con Texas por órdenes directas de James K. Polk. En una nación más dividida que nunca —en pocos meses se sucederán cuatro gobiernos, traiciones y derrotas—, las palabras de Paredes fueron recibidas con fervor patriótico: había que plantar cara a la injusta agresión. El resultado es de sobra conocido: con la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, el 2 de febrero de 1848, México perdió más de la mitad de su territorio. Desde aquella trágica época, México no había experimentado una amenaza estadounidense tan ominosa (ni siquiera durante la ocupación de Veracruz en 1914). Igual que entonces, las razones de la guerra —que en este caso es comercial, pero que, ante las propuestas radicales de intervenir en nuestro territorio para combatir a los narcotraficantes, podría volverse militar— son tan espurias como entonces: Trump, digno sucesor de Polk, ha dibujado a los migrantes —y a México— como la causa de todos los males que aquejan a su patria. Una maniobra que, como ha escrito Antonio Scurati en Fascismo y populismo. Mussolini hoy, es prototípica de todos los déspotas: primero causar temor, y luego odio, hacia un enemigo imaginario. La respuesta de Claudia Sheinbaum a la provocación de Trump de gravar con un arancel de 25 % a los productos mexicanos el primer día de su mandato ha sido, como la de Paredes, impecable: los argumentos esgrimidos en la carta que hizo pública en una mañanera son sólidos. En efecto, las consecuencias de semejante maniobra serían negativas para Estados Unidos —y peores para México—, en tanto la criminalización de los migrantes es moralmente aberrante: la mayoría no son criminales —o prófugos de manicomios— sino parte esencial de su economía. Por desgracia, igual que Polk, Trump no está dispuesto a escuchar razones, y menos de una Presidenta de izquierdas. Durante la conversación telefónica que sostuvieron —y que ambos la calificaron de excelente—, el desencuentro no hizo sino volverse más obvio: Sheinbaum quiso afirmar que Trump dio crédito a sus planteamientos, mientras este aseguró que, a partir de este mismo día, la presidenta mexicana accedió a cerrar la frontera. En una nueva aclaración, ella debió insistir en que jamás se comprometió a ello —una tarea por otro lado imposible— sino a dialogar, etcétera. Hacia adentro, la postura de Sheinbaum ha sido necesaria: frente a la aquiescencia con la cual López Obrador trató siempre a Trump, la firmeza —o el enojo, según el Washington Post— de nuestra Presidenta es un cambio que asienta su imagen y convoca a cierta unidad nacional. El problema es que, detrás de la confrontación retórica, las acciones de ambos resultan igual de preocupantes. Sheinbaum ha abandonado la moderación y prefiere, como su antecesor, alimentar las divisiones internas; ha destruido el sistema de justicia y eliminado los órganos autónomos: justo aquello que más preocupa a los inversores estadounidenses, nuestros mayores aliados contra Trump. Este, por su parte, ha querido mostrarse un tanto cordial al tiempo que sus esbirros —el equipo de fanáticos que ha colocado al frente de la frontera— se preparan ya para expulsar masivamente a migrantes o a tomar medidas extremas contra el narcotráfico. Una vez que los datos muestren que México no es capaz de cerrar la frontera, se iniciará la auténtica guerra y, a diferencia de lo ocurrido el siglo pasado, tenemos que estar preparados para enfrentarla, no solo retóricamente, y para asegurar el destino de sus primeras víctimas: esos miles de expulsados que muy pronto llegarán a nuestro lado. |
30 noviembre, 2024
29 noviembre, 2024
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D.n Enrique Gómez Orozco escribió en am - León ( 29 / 11 / 2024 ) ♦ El efecto benéfico de Trump para León ♦ S abemos que no es un hombre razonable; tenemos claro que es un delincuente y un experimentado “bully”. Puede hacer fluctuar el valor del peso con una declaración y “doblar” a políticos mexicanos con una bravata. Pero, cuando tus enemigos son enemigos de tu vecino, tu vecino se convierte en tu amigo. Para nuestros fabricantes de calzado locales también la palabra más bella del diccionario es “arancel”, la que le sigue es “cuotas”. Después de años de lucha, la Cámara del Calzado logró que el gobierno impusiera aranceles del 35 % al calzado y cuotas compensatorias que llegan al 17%. Una buena defensa para la industria local ante el dumping y la subfacturación. Sabemos que no es suficiente. En el segundo semestre ayudó la devaluación del peso como barrera complementaria. China está en la mira de Donald Trump con mayores aranceles. En su verborrea desconcertante dice que las tarifas o aranceles son hermosos y otras barbaridades más. Lo cierto es que en su primer mandato impuso aranceles a China y Joe Biden no los quitó. La guerra comercial de los últimos años hace imposible la entrada de marcas chinas a EEUU como Huawei, e impone aranceles del 100% a los autos eléctricos. Por si fuera poco, prohibieron la venta de autos chinos con sistemas de conexión a internet. Canadá presiona también a México porque nos acusa de ser la puerta trasera de entrada de productos chinos. Los últimos años el país asiático emprendió una toma del mercado mexicano de automóviles, textiles manufacturados (Shein) y todo lo que se pueda imaginar desde Mercado Libre y Alibaba. Incluso en Amazon se pueden adquirir tenis de origen chino a precios muy bajos. No sabemos lo que puede llegar a Canadá desde México, lo que sí conocemos es que México produce más autos que Canadá y exporta más para el mercado norteamericano. Ontario, la provincia que más produce, nos quiere fuera del T-MEC porque somos su principal competidor. El sentido del T-MEC es la complementariedad y la competitividad. México es una historia de éxito por la calidad y menor costo al que puede producir vehículos, con cerca de 4 millones de fabricación en 2024. Los políticos de Canadá —en campaña— quieren que seamos los chinos de la historia y dejarnos fuera del pastel. El problema para ellos es que la región está integrada. Como dijo el mismo Elon Musk, reducir el comercio sería separar siameses. Oscar Cantón, diputado de Morena dijo que si perdíamos el mercado norteamericano podríamos aliarnos con China. El pobrecito es ignorante o tiene retraso mental. China nos vende 9 dólares por cada uno que nos compra. Además del problema geopolítico, la diferencia entre productividad es un océano. De regreso a lo nuestro, el calzado podría tener mayores aranceles, hasta llegar al 100 % si seguimos la solicitud norteamericana de limitar nuestras importaciones chinas. Sería un alivio temporal. Detrás de China está Vietnam, Cambodia, Indonesia e India. La mejor política económica será aumentar el valor agregado de lo que producimos. ¿Cómo hacerlo? Eso es lo que debemos pensar día y noche, antes de que los asiáticos roboticen sus plantas y no haya forma de competir, con o sin aranceles. |
28 noviembre, 2024
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D.n Enrique Gómez Orozco escribió en am - León ( 28 / 11 / 2024 ) ♦ Por qué caímos en Guanajuato ♦ E l Instituto Mexicano para la Competitividad, IMCO, realiza estudios de las ciudades más importantes del país. Para tener resultados más precisos, segmenta las urbes por población. Hay una ciudad destacada que no esperábamos: Saltillo, la más competitiva de México. Aunque Saltillo competía desde el año pasado con Monterrey, Guadalajara y la CDMX, no había trepado hasta la punta. El IMCO, una entidad autónoma financiada por instituciones privadas, mide 35 indicadores como la seguridad, empleo y su calidad, conectividad, mercado hipotecario, innovación, ocupación hotelera, percepción de inseguridad, entre otros. Su ICU Índice de competitividad lo realizan expertos en diferentes disciplinas. Sirve como indicador de desempeño. Mide la atractividad para el talento y la inversión. Los resultados a detalle de cada ciudad por indicador se pueden ver en el reporte publicado en su sitio de Internet, imco.org.mx. Es una referencia importante para nuestros gobernantes y empresarios. En las ciudades del Bajío, las peores evaluaciones en seguridad son las de Guanajuato, un desastre humanitario, social y político. Saltillo y La Laguna son las dos zonas de Coahuila que están entre las diez más importantes. Nuestros vecinos, Querétaro, San Luis Potosí y Aguascalientes tienen competitividad media alta al ubicarse entre la sexta y la novena posición, acompañadas de Mérida y Chihuahua. La CDMX, Monterrey y Guadalajara siempre figuran entre las primeras cinco por su tamaño, por ser capitales de estado y por ser las más grandes del país. El indicador marca zonas metropolitanas y no municipios. León está ubicado en el lugar 15, con una “competitividad baja”. La ciudad ha perdido la competencia desde hace algunos años, lo mismo que Irapuato y Celaya que están en el lugar 14 y 18 de las poblaciones que tienen entre 500 mil y un millón de habitantes. Salamanca estaba en el penúltimo lugar en el 19 de entre las ciudades de 250 mil a 500 mil habitantes; este año ni siquiera aparece en el listado. Nuestro corredor industrial perdió en los números la batalla. ¿Por qué Coahuila pudo y Guanajuato no? Muchos lo atribuyen a su desarrollo y capacidad económica por ser frontera con Estados Unidos o la cercanía a la Zona Metropolitana de Monterrey. Seguro que eso ayuda, pero sus tres últimos sexenios han sido eficaces en muchos rubros: seguridad, unidad empresarios-gobierno, promoción de la inversión y solidez institucional. El resultado: Coahuila ronda los 17 mil dólares de ingreso por habitante y Guanajuato 13 mil. También ayudó la gran infraestructura que construyó el gobernador Humberto Moreira (2005 al 2011), quien fuera muy criticado en su momento por dejar una deuda de 36 mil millones de pesos. Una carga financiera que se diluyó con el tiempo y aportó más al desarrollo económico de la entidad que los intereses pagados. A la fecha, con un presupuesto de 70 mil millones y una deuda de 37 mil al finalizar 2023, no es impedimento para seguir creciendo y prosperando. Hoy se ubica entre los 5 estados más competitivos del país. ¿Qué nos pasó en Guanajuato? ¿Por qué perdimos el impulso de principios de siglo? Hay que explorar los números del IMCO a mayor detalle para encontrar respuestas. |
26 noviembre, 2024
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D.n Enrique Gómez Orozco escribió en am - León ( 27 / 11 / 2024 ) ♦ A machetazos ♦ E l “Nudo Gordiano” proviene de la leyenda de Gordio, rey de Frigia, quien ató un nudo complicado. Se decía que quien lo deshiciera sería el futuro rey de Asia. Alejandro Magno cortó el nudo con su espada, simbolizando una solución audaz a un problema difícil. Lo que quiere hacer Donald Trump es romper un “nudo gordiano” a machetazos. Los cárteles de la droga que inundan a Estados Unidos de fentanilo y la migración descontrolada hacia su país, son los “nudos gordianos” que usa para presionar a México. Trump usa el “gran garrote” (big stick) sin moderación y, en lugar de hablar suave como lo sugería Teddy Roosevelt, grita a los cuatro vientos que usará un 25% de tarifas si México no deshace los problemas, sus problemas. El enredoso asunto es que para bailar un tango se necesitan dos. Lo que promueve la importación ilegal de fentanilo y otras drogas a Estados Unidos es la demanda y la permisividad del tráfico interno. Si en EEUU a los traficantes los castigan con penas severas, como lo hacen en Asia, pocos se atreverían a llevar toneladas y distribuirlas con enormes ganancias. Lo mismo sucedería en México. La migración es un tema distinto, resulta una necesidad mutua. México y otros países desfogan a millones de personas que no logran un empleo tan bien remunerado como el que pagan los norteamericanos, para servir a un pueblo que demanda ayuda en todo y para todo, desde matar y empacar su ganado; limpiar cocinas y habitaciones; cuidar y regar sus campos agrícolas, jardines y parques. Tan sólo en los últimos 4 años, unos 800 mil cubanos han emigrado sin papeles a EEUU por el desastre de su economía. Todos ellos encuentran empleo cuando pasan la frontera porque los necesitan. Igual sucede con mexicanos, centroamericanos y hasta chinos. La campaña contra la migración y, peor aún, la deportación de indocumentados, significa romper toda una cadena económica muy valiosa para todos los participantes. Sería destruir valor interno y externo. Si la locura de Trump impusiera tarifas del 25 %, cientos de negocios quebrarían. Tan sólo ayer las acciones de General Motors cayeron un 9 %. La mayor fabricante de autos de Norteamérica sufriría un descalabro enorme si sus plantas en México y Canadá pararan por la imposibilidad de competir con un sobreprecio. Las plantas y distribuidores internos de EEUU subirían de inmediato sus precios en contra del consumidor norteamericano. El impuesto crearía inflación, alza en los intereses y las hipotecas. Lo ganado con las tarifas sería perdido por el rompimiento de las cadenas de producción. El comercio no es una suma cero, sino un ganar-ganar. Las guerras comerciales son perder-perder. Más cuando Norteamérica es territorio común para hacer negocios. Con casi 500 millones de habitantes, somos más poblados que la Unión Europea. El territorio de Canadá, Estados Unidos y México, es de 21 millones de kilómetros cuadrados. La Comunidad Europea tiene 440 millones de habitantes y apenas 4.2 millones de kilómetros cuadrados. Si Trump quiere reventar a México y a Canadá con tarifas locas, lanzará un bumerán. Estados Unidos nunca ha querido reconocer la aportación de los emigrantes que llegan del sur, a pesar de todo el beneficio que ofrecen para su calidad de vida y fortaleza económica. Hay mucho de xenofobia y nada de razón. |
25 noviembre, 2024
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D.n Enrique Gómez Orozco escribió en am - León ( 25 / 11 / 2024 ) ♦ México vs Argentina, a quién le va ♦ C uando los gobiernos deciden invertir su dinero en infraestructura, salud, vivienda, educación y cultura, favorecen el crecimiento económico y el desarrollo de sus ciudadanos. Los ejemplos son múltiples en sociedades de todos los continentes. El último gran ejemplo es China, el país que ha crecido más en el Siglo XXI. Cuando inició el boom chino, la tasa de ahorro de sus ciudadanos llegaba al 46% de sus ingresos. Tenían tanto dinero que lo dedicaron a la industrialización y a la construcción de viviendas. Cualquier ciudad moderna en China tiene cientos de edificios de departamentos, fábricas y oficinas. Se les pasó la mano. Hoy tienen problemas pero siguen creciendo al 5% anual. En todos los tigres asiáticos —Taiwán 36%, Corea del Sur 34%, Hong Kong 24%, Singapur 48%— la tasa de ahorro permitió convertir a países del tercer mundo en modernas naciones desarrolladas. La formación de capital físico y humano fue el cimiento de su prosperidad. En México la tasa de ahorro del público reportada es del 28% pero la sorpresa es que el gobierno tiene una tasa negativa del 12%. Con el déficit fiscal más grande desde los ochenta (6%), la 4T gastó buena parte del ahorro nacional. El problema del 2024 es que fue, en su mayor parte, gasto y no inversión. Peor aún, las inversiones importantes son y serán deficitarias durante muchos años o eternas. Dos Bocas nunca pagará su inversión; el Tren Maya jamás será sustentable y su impacto sobre la península de Yucatán no tendrá el multiplicador económico esperado. En español sencillo: son barriles sin fondo. Si a eso añadimos el gasto social, que es bueno sólo temporalmente, vemos que el país va en camino de la descapitalización. Si no en forma trágica como Cuba, Venezuela o Argentina, sí en forma que limitará el crecimiento futuro, como si estuviéramos en neutral. “El loco”, como llaman a Javier Milei, cambió 180 grados el rumbo de Argentina. Con una política ultraliberal, comenzó a cortar el gasto público hasta llegar durante los primeros 9 meses de 2024 a un superávit fiscal primario (sin intereses). En forma increíble, estabilizó el valor del dólar libre y la inflación se redujo de 4 dígitos a 2 en menos de un año. La deuda soberana comenzó a recuperar valor y la inversión extranjera regresa. No ha sido fácil; la han pasado muy mal, aunque comienzan a surgir prados verdes en la economía con la libertad recuperada y la contención del gasto público. Milei, siempre optimista, dice que en 2025 su país crecerá a tasa del 7%, lo que no había logrado durante los últimos años del gobierno peronista-populista que le antecedió (México no pasará del 2%). También apuesta a que Argentina duplique su ingreso por habitante en 10 años. En México el ingreso por habitante retrocedió en el sexenio de López Obrador y tal vez no crezca en el actual. Trimestre tras trimestre veremos una comparación económica entre dos ideologías encontradas. Si hubiera una sala de apuestas, no sería difícil saber cuál ganará, la de los dogmas populistas de donde sale Argentina y donde entra México, o la de los libertarios radicales como la de “El loco” Milei. |
24 noviembre, 2024
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D.n Enrique Krauze escribió en am - León ( 24 / 11 / 2024 ) ♦ Así murió la república ♦ H emos confundido o amalgamado democracia y república. Deberían ser, y en muchos casos han sido, compatibles y complementarias, pero no son idénticas. La democracia es la tarea política de los ciudadanos; la república es el andamiaje institucional y legal que la hace posible. Pero la democracia corre siempre el peligro de corromperse en demagogia, y es entonces cuando república y democracia pueden volverse antitéticas. Por desgracia, es el caso de México. Hoy. La democracia, invento de los griegos, responde en esencia a la pregunta ¿quién tiene derecho a gobernar? La respuesta es: la mayoría. Pero para prevenir la corrupción demagógica idearon reglas diversas para separar de sus cargos a los líderes que, abusando de la popularidad, buscaban una concentración excesiva del poder o azuzaban revoluciones. Aunque al final Atenas sucumbió en manos de las tiranías y el posterior dominio macedonio y romano, su historia no registra una sola tesis filosófica, un solo episodio o un personaje que haya defendido la supresión política de la minoría en nombre de la propia democracia. Esa supresión tenía un nombre: tiranía, y ningún tirano lo fue “en nombre” de la democracia. Por desgracia, ese es el caso de México. Hoy. La república, invento de los romanos, responde en esencia a la pregunta: ¿cuáles son los límites que deben anteponerse al poder? La respuesta: todos los necesarios. Temerosa de la tiranía de muchos y de uno, Roma discurrió la división tripartita de los poderes: Senado, Asambleas Legislativas y Magistrados ejecutivos (dos Cónsules, no uno, y renovables cada año). Ese orden republicano, trabajado a lo largo de cinco siglos, llevó el derecho y, con él, la civilización romana a todos los confines de aquel mundo. Finalmente se derrumbó a manos de un líder y su cauda popular. Lo siguió el Imperio que globalizó la ciudadanía y, en sus mejores momentos, bajo Augusto, Adriano o Marco Aurelio, rindió homenaje formal a la república. No obstante, en largos períodos predominaron los Calígula, Nerón o Cómodo, los endiosados del poder que pisotearon el legado histórico. Por desgracia, este es el caso de México. Hoy. El régimen mexicano ha usado la democracia para acabar con la república. ¿Cómo lo ha hecho? Interpretando la democracia, con evidente mala fe, como la tácita voluntad del pueblo depositada en el régimen para hacer lo que le venga en gana, suprimiendo los derechos de la (inmensa) minoría. En latín, este recurso de la demagogia se denomina “falacia ad populum”. Consiste en pretender que la verdad depende de la cantidad de gente que cree en ella. Pero la verdad no es cuantitativa: no importa cuántos opinen esto o aquello, la verdad es un acuerdo entre el dicho y la realidad. Los voceros del régimen practican ad nauseam la falacia ad populum. A menudo se ponen etimológicos: “demos, pueblo; cratos, poder”. O se sienten latinistas: “Vox populi, vox Dei”. O sentenciosos: “El pueblo nunca se equivoca”. En el fondo, su inspiración —acaso no involuntaria— es Carl Schmitt, el filósofo del nazismo: “la distinción específica de la política es la confrontación del amigo y el enemigo”. Cuando ese pueblo que nunca se equivoca llevó a Hitler al poder en 1933 y vio con regocijo la destrucción de la República de Weimar, Schmitt creyó ver convertida su doctrina en una profecía universal. Todos conocemos los resultados de aquella voz divina, de aquel demos alemán depositando el cratos en el Führer. Pero nadie piensa en ese desvarío del pueblo alemán como una hazaña de la democracia. Por desgracia, México vive su propio desvarío. Hoy. Precisamente como una hazaña de la democracia se ha querido presentar ese acto de barbarie (cruelmente) llamado Reforma judicial. “El pueblo la pidió para acabar con la corrupción y el nepotismo”, se proclama demagógicamente. Doble falacia: ¿dónde consta que “el pueblo” pidió la reforma? Y aun si así fuera, esa opinión no probaría la verdad sobre su pertinencia. Y, para colmo, el cinismo: el régimen que ha abusado del nepotismo y la corrupción lava su conciencia invocando al pueblo. El endiosamiento del poder produce esos engendros. Grecia nunca recobró su democracia. Roma sacrificó por siempre a su república. Ahí, inverosímilmente, sin división de poderes ni respeto a la ley ni órganos autónomos, con las hordas del crimen a nuestras puertas, en el espectáculo del pan y circo, en el vasto reino de la mentira, precarias las libertades, desvirtuada la democracia, destruidas las instituciones republicanas, por desgracia, está México. Hoy. |
23 noviembre, 2024
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D.n Jorge Volpi escribió en am - León ( 23 / 11 / 2024 ) ♦ Tabula rasa ♦ P rimero destruir. Y luego ya se verá. Estas dos frases, que podrían parecer ridículas o inverosímiles y en cualquier caso impropias de una auténtica política de izquierda, han animado a la Cuarta Transformación desde su llegada al poder. Convencido de que el Estado es corrupto, superfluo u oneroso —una idea central de ese neoliberalismo que de labios para afuera afirma combatir—, López Obrador se dedicó infatigablemente a desmantelarlo con una rabia ideológica solo equiparable a la de Thatcher o Reagan. Ese mismo programa, ajeno a cualquier idea progresista, es el que ha transmitido a su sucesora. Por supuesto, la 4T no lo hace por medio de la privatización de las empresas o los servicios públicos, sino de una forma indirecta y acaso más perversa: arrebatándole a las instituciones del Estado el presupuesto indispensable para su operación —bajo el engañoso nombre de austeridad republicana— o eliminándolas de tajo con el hipócrita argumento de que fueron creadas durante lo que sus integrantes llaman, cínicamente, “etapa neoliberal”. Una y otra vez se ha repetido el mecanismo: a partir de una mera instrucción, que jamás se basa en estudios previos -de los que se desconfía a priori- o en la evaluación de sus riesgos o de sus consecuencias, se despedaza algún proyecto u organismo, que será sin falta sustituido por otro —por lo general de menor rango y con menor independencia— de la noche a la mañana. El resultado: un caos que los operadores del caudillo se apresuran a tratar de recomponer por medio de negociaciones, parches y medidas de último momento, las cuales entretanto dejan a los ciudadanos desprotegidos. Más allá de lo ocurrido con el AICM —primera muestra del modus operandi—, el proceso se ha repetido una y otra vez. Baste mencionar el sistema de salud, el sistema de justicia y ahora con los órganos autónomos: en el primer caso, el saldo fueron millones las personas que perdieron el acceso a la sanidad pública o a medicinas indispensables; en el segundo, la elección por voto popular de los jueces hará que durante años la impunidad y la injusticia sean aún más dramáticas que antes; y, en el tercero, provocará que el país sea todavía más opaco, discrecional e ineficaz de lo que ya es. El argumento de que a los pobres se les beneficia con numerosos apoyos directos no es sino la prueba capital de esta privatización y esta discrecionalidad silenciosas. Volvemos —como algunos integrantes de la 4T lo han reconocido— a un modelo que combina lo peor del autoritarismo priista del pasado con una capacidad de operación estatal en mínimos históricos. Y, para colmo, quienes resultan más afectados son justo esos pobres a los que se dice tener primero. Son los más pobres quienes han debido buscar opciones privadas en educación o salud; quienes terminarán engrosando las cárceles o siendo víctimas de abusos —más aún con la aprobación de nuevos tipos penales para la prisión preventiva oficiosa: un desprecio manifiesto a los derechos humanos—; y quienes tendrán muchos menos instrumentos a su alcance para oponerse o moderar los caprichos de los poderosos. El argumento de que a los pobres se les beneficia con numerosos apoyos directos no es sino la prueba capital de esta privatización y esta discrecionalidad silenciosas. Pero poco importa cuánto dinero llegue directamente a sus bolsillos: la pérdida de capacidad de acción del Estado al final terminará siendo aún más costosa especialmente para ellos. Claudia Sheinbaum no solo ha heredado esta lógica, sino que, en estas primeras semanas de su mandato, la ha vuelto suya. Desde que llegó al poder, hemos visto los execrables mecanismos utilizados por la 4T para hacerse con la mayoría calificada para aprobar sus reformas constitucionales y, casi peor, cómo operó a la hora de nombrar a la presidenta de la CNDH, eligiendo a la menos calificada solo a causa de su lealtad. Al parecer, el único valor que cuenta. Una ominosa señal de lo que harán a partir de ahora con los candidatos a jueces, magistrados y ministros y, por supuesto, con quienes vayan a hacerse cargo de los restos de los órganos autónomos cuyas funciones serán absorbidas por entidades gubernamentales. Imposible creer, así, que el objetivo es proteger a los más pobres o, para el caso, a cualquier habitante del país. |
22 noviembre, 2024
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D.n Enrique Gómez Orozco escribió en am - León ( 21 / 11 / 2024 ) ♦ Este es otro país ♦ E sta semana amanecemos con otro país, distinto al proyectado durante la etapa del ascenso democrático (2000-2018), durante el respeto a la pluralidad como forma de vida política. El argumento de Morena es que fue una decisión tomada por la mayoría en las urnas. El nuevo modelo se parece mucho al del Siglo XX, al de “ni los veo ni los oigo”, al del carro completo o el robo electoral de Manuel Bartlett. El cambio puede durar poco porque está diseñado en el populismo asistencialista ilimitado. Al consolidarse, el país también tendrá un destino distinto. No será como el de Venezuela, Cuba o Nicaragua, donde ni siquiera existe el respeto al voto. Será algo más parecido a los últimos años de Argentina, un país que agotó el modelo peronista, por eso fue el ascenso de Javier Milei, un radical libertario. En Argentina la intervención del estado creció ante cualquier problema, ante cualquier reto. La solución siempre estaba en la intervención del gobierno para cumplir deseos de gremios, sindicatos, empresarios y la misma burocracia. Eso llevó al país a la hiperinflación porque la medicina era imprimir dinero. El Banco Central no tenía la autonomía que tiene, por ejemplo, el Banco de México.En un breve periodo la derecha moderada de Mauricio Macri (2015-2019) quiso enderezar el barco, pero lo hizo pidiendo prestado al Fondo Monetario, lo intentó emitiendo deuda. No hubo un cambio en el ritmo de gasto público, ni la desincorporación de empresas de gobierno como la del petróleo o las Líneas Aéreas Argentinas. Era imposible cambiar el rumbo populista sin atajar las causas del excesivo gasto público instaurado por Ernesto y Cristina Kirchner. Con la destrucción de la autonomía de instituciones y la política de control centralizado de todos los recursos, Morena se convierte en el nuevo PRI. Un partido que podrá gobernar sin límites gracias a la ingeniería social con el reparto de buena parte del presupuesto en proyectos asistenciales. Pero hay una gran diferencia entre el país de los setentas, el de Luis Echeverría y José López Portillo con el del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum: la información incontrolable de las redes sociales, la modernidad tecnológica que impide un control político absoluto y la intervención anunciada de Estados Unidos en la política interna. La limitante del modelo nacional populista está integrada en su escaso potencial para lograr el crecimiento del país y la estabilidad económica futura. El impacto benéfico de los programas sociales se irá asimilando como derechos adquiridos inalienables. Al PRI le pasó con el reparto de tierras, llegó el momento en que todas las parcelas se habían entregado. El PRI perdió la elección del 2000, no por lo que sucedió ese año sino por la terrible crisis financiera de 1994-95. De todos los organismos autónomos, quedó vivo el Banco de México, el más importante. Argentina reventó porque su banco central dependía de lo que le ordenara imprimir el populista en turno. El Banxico es el último bastión de la racionalidad. Si mañana la “supermayoría” artificial de Morena en el Congreso decide integrarlo a la Secretaría de Hacienda, en ese momento inicia la debacle. México, sin grado de inversión, sin apetito de los mercados por sus bonos, sin fondos para enfrentar los compromisos sociales, sin interés de los inversionistas nacionales y extranjeros, llegaría mucho más rápido al desastre que Argentina. Esperemos, al menos, conservar la democracia como lo hicieron los gauchos. |
21 noviembre, 2024
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D.n Enrique Gómez Orozco escribió en am - León ( 21 / 11 / 2024 ) ♦ El triunfo del populismo en el PAN ♦ C on la presentación del presupuesto del estado para el 2025 sabremos hasta dónde llegarán los “apoyos sociales” en efectivo. El objetivo son las mujeres con la llamada “Tarjeta Rosa”. Diego Sinhue Rodríguez veía desventaja contra los programas sociales del Gobierno federal. En 2024, año electoral, se calcula que las entregas de los programas de Bienestar llegarán a más de 20 mil millones de pesos. Todavía no termina el año para saberlo con precisión. Esas transferencias permitieron a Morena avanzar. Claudia Sheinbaum ganó en Guanajuato; Ricardo Sheffield ganó la elección abierta a Miguel Márquez Márquez y Alma Alcaraz, quien no tenía todo el arraigo, estuvo a sólo 10 puntos de Libia García. El PAN perdió la mayoría absoluta en el Congreso. Hay quienes aseguran que los apoyos a las mujeres salvaron la gubernatura. No lo sabemos. Ahora lo real es el temor de competir sin armas populares (populistas) contra la aplanadora de Morena. Por eso preparan una “Tarjeta Rosa” recargada. La pregunta es de cuánto será el gasto público para ese destino. Hagamos un ensayo de números, como una aproximación a lo que puede venir: si el gobierno decide entregar a 750 mil mujeres guanajuatenses un apoyo mensual de mil pesos, el gasto llegaría a 9 mil millones al año. Para un presupuesto de entre 125 y 130 mil millones de pesos, es el 7%. Una cantidad enorme que, al igual que sucede con la Federación, compromete la inversión en otros rubros. (Reitero que los datos exactos no los tenemos aún y podrían variar). Por eso cuando el gobierno deshizo el acuerdo y el compromiso con los empresarios y las asociaciones filantrópicas destripando el Fidesseg, lo primero que vino a la mente es que esos recursos -unos 1, 500 millones- podrían ser utilizados para otros fines. Libia y el PAN estarían reuniendo municiones para la competencia electoral futura. El problema es que puede ser una causa perdida. Lo primero que puede decir el electorado es que López Obrador estaba en el camino correcto, que la mejor política pública es la transferencia de dinero directa a sectores de la población. La crítica al “asistencialismo” electorero de Morena para ganar la elección, queda en el pasado. Acción Nacional cambia de ideología y compite con los mismos valores que su contrincante. No quiere decir que esté bien o mal, que se deba, o no, entregar dinero a las mujeres del estado. La sospecha está en la motivación. Las ayudas sociales deben ser medibles en el combate a la pobreza, el desarrollo del entorno social y el alivio a carencias que se han incrementado como la salud pública y la educación. Quien comenzó con esos programas fue Ernesto Zedillo con un proyecto de Santiago Levy al final de los noventa. La inversión en ayuda a madres en situación de pobreza, llevaba el compromiso de que los hijos fueran a la escuela. Fue un éxito. Si el objetivo real es ayudar a paliar con mil pesos mensuales las carencias de las mujeres guanajuatenses y se cumple con objetivos claros y medibles, vale la pena, si es una mera estrategia electoral, el PAN va a perder la próxima elección con o sin tarjetas rosas, moradas o azules. Además desestabiliza los presupuestos de otras dependencias donde, hasta hoy, las cosas funcionaron relativamente bien como la salud. Crecerán las presiones presupuestales y el margen para invertir en infraestructura, educación y seguridad, puntales del crecimiento futuro del estado. Pronto veremos el presupuesto. |
20 noviembre, 2024
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D.n Sergio Sarmiento escribió en am - León ( 20 / 11 / 2024 ) ♦ Lamentable error ♦ L a presidenta Claudia Sheinbaum ofreció este 18 de noviembre en el G20 en Río de Janeiro un discurso “buena onda”: Declaró: “Resulta absurdo, sin sentido, que haya más gasto en armas que para atender la pobreza o el cambio climático. Me niego a pensar que somos capaces de crear inteligencia artificial e incapaces de dar la mano al que se quedó atrás”. Para resolver los problemas del mundo propuso “establecer un fondo para destinar el 1 % del gasto militar de nuestros países para llevar a cabo el programa de reforestación más grande de la historia. Significaría liberar unos 24 mil millones de dólares al año (12 veces lo que ya destina México) para apoyar a seis millones de sembradores de árboles que reforestarían 15 millones de hectáreas”. Puso como ejemplo el programa Sembrando Vida, que López Obrador promovió como una solución a la migración ilegal, el cual “consiste en dar a las familias pobres del campo un jornal, capacitación técnica para sembrar árboles maderables y frutales, así como otros cultivos para la alimentación”. Presumió: “Nosotros destinamos cada año 1,700 millones de dólares para apoyar a 439 mil familias en México, y 40 mil en Guatemala, Honduras y El Salvador. En seis años se han reforestado, con la siembra de 100 mil millones de árboles, más de un millón de hectáreas, lo cual equivale a capturar anualmente 30 millones de toneladas de CO2”. ¿Cien mil millones de árboles en seis años? El gobierno tendría que haber sembrado 45.6 millones de árboles ¡cada día! Hoy debería haber 100 mil árboles nuevos en un millón de hectáreas. El problema es que no hay indicios físicos de que se haya sembrado este elevadísimo número de árboles. Sembrando Vida no es ese programa. Este solo pretende comprar votos. Por eso no tiene instrumentos de medición o evaluación. Sembrando Vida no contó con estudios previos ni tiene medios de evaluación. La cifra de 100 mil millones de árboles es un dogma de fe. Nos dice la presidenta que casi medio millón de familias han sido beneficiadas, pero no hay un padrón público de beneficiarios. Las parcelas reforestadas no se conocen. No hay imágenes satelitales georreferenciadas que nos permitan ver cómo se ha ampliado la cobertura forestal. No hay información sobre dónde se encuentra los cientos de miles o millones de viveros en los que se criaron los árboles. No hay cifras sobre el porcentaje de supervivencia de los ejemplares plantados. No hay señales de que se haya frenado la emigración. El programa no cuenta con mecanismos de evaluación. Coneval, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, ofreció en 2022 una “ficha de monitoreo” en un compendio de otras evaluaciones, pero dista de ser suficiente para medir su impacto. Sabemos que el programa reparte dinero entre campesinos y ejidatarios, y que compra votos, pero no si reforesta o ayuda a las comunidades en el largo plazo. Sembrando Vida está adscrito a la Secretaría del Bienestar, que controla los programas sociales, y no a la Secretaría del Medio Ambiente, Semarnat, lo cual señala que su propósito no es ambiental. El presupuesto para 2025 le asigna 39,100 millones de pesos, contra 44,370 millones de todos los programas de Semarnat, incluyendo Conagua, que maneja el agua en todo el país, y Conafor, la Comisión Nacional Forestal, que sí hace un trabajo de reforestación planificado para propósitos ecológicos. El presupuesto de Conafor, sin embargo, es de apenas 2,602 millones de pesos. Impulsar un programa bien diseñado para el cultivo de árboles frutales y maderables que permita la conservación y ampliación de bosques y selvas tiene mucho sentido. ¡Qué bueno que lo proponga la presidenta de México! |
Opinión
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