29 enero, 2025

Doña Claudia Sheinbaum miente
sin medida ni rubor;
ya polarizó el ambiente
como lo hizo su mentor.

Enrique Gómez Orozco escribió en
am-León
 ( 29 | 01 | 2025 )
Ante diem IV kalendas februarias
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Die vicesimo nono mensis ianuarii, 
anno Domini bis millesimo vicesimo quinto
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México es una tómbola

 A 

l tomar la decisión de sortear puestos de jueces y magistrados mediante una tómbola, el Congreso muestra en lo que han convertido el país: una tómbola. El azar domina nuestro destino. (“Soy un juguete del destino”, gritaba Romeo en la obra de Shakespeare). ¿Cómo podemos tener un futuro predecible con un Poder Judicial de feria?

Carl Sagan, uno de los pensadores científicos más populares del Siglo XX, consideraba que la humanidad tenía mucho poder en el conocimiento, la ciencia y la tecnología, pero su desgracia era que estaba en poder de personas ignorantes o incompetentes. En el caso de México, los legisladores tienen el timón del país y lo usan como monos cilindreros, sin tener la noción del daño que causan sus decisiones a futuras generaciones.

Primero fue la tómbola para decidir a qué jueces y magistrados sacaban de su trabajo. No importó si eran grandes jurisconsultos, si tenían experiencia y una hoja perfecta de servicio. La humillación fue tremenda. ¿Cuándo imaginaron que su esfuerzo cotidiano durante años de estudio y ejercicio profesional terminarían así?

¿Por qué las instituciones superiores de enseñanza no protestan?, ¿por qué el gremio nacional de abogados calla ante las barbaridades de congresistas ignorantes? Nadie lo sabe.

Para la presidenta Claudia Sheinbaum el problema es que se da al principio de su mandato. López Obrador cometió barbaridades al final, cuando estaba por irse: aumentó el presupuesto con deuda de locura; emprendió una línea aérea sin tener la menor idea de lo que hacía y construyó una “farmaciotota” inútil, solo como ejemplos. Sin embargo, Sheinbaum sufrirá las consecuencias del sabotaje presidencial al Poder Judicial. Cuando los juicios se atoren, cuando las sentencias no tengan sentido, la carga de trabajo convertirá en enormes bodegas de papel a los juzgados del país.

Águila o sol, podrían decidir con un volado las sentencias. Si los jueces fueron personas no idóneas seleccionadas por tómbola, también sus sentencias podrían resolverse así en las tres instancias. Trabajar para el Poder Judicial no será un símbolo de mérito y esfuerzo; decidir lo que es justo a la luz de la ley y la Constitución serán hechos del pasado.

Lo mejor sería que dejaran en paz al Poder Judicial y respeten su independencia y cancelen la votación. Muchos problemas tenemos con una posible recesión, con el regreso de miles de indocumentados y el temperamento irracional de Donald Trump.

Lo peor, las encuestas dicen que a nadie le interesa votar por jueces y magistrados porque ni conoce a los candidatos, ni tiene referencia de quiénes son o cuál es su trayectoria. Si los expertos no pueden decidir quién es apto para la tarea, menos los ciudadanos ante decenas de opciones.

Los países que avanzan son aquellos que tienen instituciones serias, con dirigentes preparados y reglas claras. Gobernar no es jugar a la lotería ni decidir por volados. La vida de millones depende de una buena o mala decisión como para dejar en manos de ineptos la justicia nacional.

Justo hace treinta años el país tuvo una gran prueba frente a la mayor crisis económica de tiempos modernos. El gobierno de Ernesto Zedillo reaccionó pronto y al final entregó las mejores cuentas que haya dejado presidente alguno. Esperemos que nuestra Presidenta recurra a su formación científica para decidir con pragmatismo y sensatez. La certidumbre es un gran bien público.

26 enero, 2025

Doña Claudia Sheinbaum miente
sin medida ni rubor;
ya polarizó el ambiente
como lo hizo su mentor.

Gabriel Zaid  escribió en
am-León
 ( 26 | 01 | 2025 )
Ante diem VII kalendas februarias
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Die vicesimo sexto mensis ianuarii, 
anno Domini bis millesimo vicesimo quinto
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México precursor monetario

 S 

e pudiera pensar que el signo de pesos ($) se copió del dólar ($). Pero es al revés. El dólar (no sólo el signo) se copió del peso. Ni las colonias inglesas, ni los Estados Unidos (en sus primeros años), tuvieron moneda propia. Usaban la libra inglesa y algunas libras locales, pero sobre todo el peso mexicano.

Estaban en la zona del peso, como México está hoy en la zona del dólar. Y con una dependencia mayor. El dólar hoy es aceptado en muchas partes de México, pero el peso allá entonces era más aceptado que las libras.

México no fue una colonia, sino un virreinato, una Nueva España. México tuvo la primera casa de moneda del continente; en 1536, siglos antes que los Estados Unidos. Los pesos acuñados en México fueron el modelo admirado por Thomas Jefferson cuando propuso crear el dólar en 1784: Notes on the establishment of a money unit, and of a coinage for the United States. El manuscrito está en la Biblioteca del Congreso, que permite bajar copia.

¿Por qué Jefferson propuso como nombre dollar? Porque ése era el nombre del peso en inglés, como puede comprobarse en el Oxford English Dictionary (dollar: 2 “The English name for the peso”…).

¿Por qué el signo $? Porque era el signo de pesos. ¿Por qué adoptar el mismo contenido de plata que el peso? Para inspirar confianza en que el dólar era tan bueno como el peso (aquilatado por la Royal Mint, dirigida por Isaac Newton). ¿Por qué la franca imitación? Porque el peso “es una moneda conocida, con la que todos están familiarizados, y ya circula desde el sur hasta el norte” de los Estados Unidos [obsérvese que empieza por el sur]. Quería que el dólar tuviese la misma aceptación que el peso.

México fue precursor en la práctica monetaria, y lo fue también en la teoría monetaria.

Tomás de Mercado (c.1520-1575) fue un dominico mexicano, nacido en Sevilla, en el seno de una familia de mercaderes acomodados que lo envió a México como representante. A su vez, los dominicos lo enviaron a la Universidad de Salamanca para hacer estudios posteriores, y luego a Sevilla, para predicar.

Sevilla era entonces la Nueva York de España, una ciudad portuaria y próspera por donde pasaba gran parte del comercio mundial. Ahí tenía su sede la Casa de Contratación de Indias, que fiscalizaba todos los tratos y contratos mercantiles. Mercado sabía de tratos, contratos, disputas y dudas morales (¿Qué es un precio justo?). Tuvo la originalidad de elevar las cuestiones de negocios al nivel filosófico.

Joseph A. Schumpeter (History of economic analysis, Oxford, 1954) menciona a Mercado entre los escolásticos medievales que se ocuparon de cuestiones económicas. En particular, se refiere dos veces (páginas 95 y 311) a su “teoría cuantitativa del dinero”. Tal señalamiento sacó a Mercado de la oscuridad. Ahora hay una página Tomás de Mercado en la Wikipedia de ocho idiomas.

Mercado señaló que la abundancia de pesos mexicanos en Sevilla era inflacionaria. Había más dinero que cosas que comprar. La Corona española no aprovechó el quinto del rey (20 %) de la plata extraída de México para hacer inversiones productivas, sino consumo suntuario y gastos militares.

Mercado publicó en Salamanca Tratos y contratos de mercaderes y tratantes (1569), al parecer bien recibido, porque pronto publicó una segunda edición: Suma de tratos y contratos (Sevilla, 1571). Además, publicó en latín tratados de lógica.

En México, por razones absurdas, hasta hace poco era mal visto (“reaccionario”), dar importancia a la Nueva España. Ignorando, por ejemplo, que Descartes, que casi no citaba, cita la Lógica mexicana de Antonio Rubio en el Discurso del método.

Se ha ido superando ese prejuicio. En el caso de Mercado, destacan las traducciones de sus escritos sobre lógica que ha hecho otro filósofo dominico mexicano: Mauricio Beuchot. Que también ha escrito, con Jorge Íñiguez, El pensamiento filosófico de Tomás de Mercado: lógica y economía (UNAM, 1990), disponible en Google Libros.

Los mexicanos de otros tiempos nos dejaron marcas muy altas.

25 enero, 2025

Doña Claudia Sheinbaum miente
sin medida ni rubor;
ya polarizó el ambiente
como lo hizo su mentor.

Jorge Volpi  escribió en
am-León
 ( 25 | 01 | 2025 )
Ante diem VIII kalendas februarias
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Die vicesimo quinto mensis ianuarii, 
anno Domini bis millesimo vicesimo quinto
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El hablador

 U 

na cosa es lo que dice y otra lo que hace. Lo comprobamos la vez pasada: no es un hombre tan peligroso como parece, solo tiene “una forma particular de comunicar”, como ha dicho la presidenta Claudia Sheinbaum. Su táctica consiste en amedrentar a sus interlocutores para tener una ventaja en la negociación, pero al final acabará por moderarse.            

Tiene a los factores reales de poder como freno, no es alguien que vaya a “dispararse en el pie”. En resumen: perro que ladra no muerde. Acaso para apaciguar su ansiedad o para revertir una profecía autocumplida, numerosos actores políticos y económicos de todo el mundo —y en particular de México no dejan de pronunciar frases semejantes: vanos tranquilizantes frente a un escenario catastrófico.

Quienes así opinan desconocen la historia: siempre hubo quienes aseguraron que un solo individuo, por demencial o agresivo que fuese su lenguaje, jamás sería capaz de precipitar a una nación o al mundo entero en una guerra o una crisis, que siempre habría instituciones o factores externos que conseguirían limitarlo. Lo hemos constatado una y otra vez: un líder que consigue envenenar suficientemente las mentes de sus seguidores es sin duda capaz de conducirlos al desastre colectivo o al caos. Ocurrió con Hitler o Mussolini, así como con decenas de tiranos en América Latina.

La batería de amenazas transformadas en un alud de órdenes ejecutivas con las que Trump ha iniciado su segundo mandato no pueden ser tomadas a la ligera. Entre ellas hay meros golpes de efecto restaurar la libertad de expresión en Estados Unidos y otras son simbólicas cambiarle el nombre al Golfo de México, pero tenemos que saber, a estas alturas, que cualquier declaración de un político, y más del presidente de Estados Unidos, tiene consecuencias: sus palabras son performativas y modifican por fuerza la realidad. Estas hacen creer que antes de él no había libertad o silencian el nombre de México para despojar a sus habitantes de parte de su historia.

Muchísimo más graves son aquellas que declaran la situación de emergencia en la frontera sobre todo porque esta no existe, eliminan o dificultan al extremo las solicitudes de asilo; declara a México, otra vez, “tercer país seguro”; considera a los grupos criminales mexicanos como terroristas, intenta desmontar el ius soli amparado en la Constitución o prepara el camino para la “mayor deportación” en la historia de Estados Unidos. ¿Por qué nos negamos a verlo? Todos y cada uno de estos documentos y el lenguaje que los ampara incuba el más desmesurado racismo: la misma idea de que ciertas personas, solo por el hecho de no tener unos papeles, no son personas. Y, por tanto, no merecen los mismos derechos y las mismas oportunidades. En campaña, Trump lo dijo de manera más nítida: son animales.

En esta decisión de dibujar un enemigo entre los más débiles la misma táctica de Hitler, aunque Elon Musk se burle de ello, Trump no va a recular. Una de las pruebas más claras de su comportamiento puede verse en Separated (2024), el magnífico documental de Errol Morris -que cuenta, por cierto, con diseño de arte de Eugenio Caballero-: allí queda claro su modo de actuar. La decisión de separar a los niños migrantes de sus padres fue tomada con la misma sangre fría con que se decidió la solución final en la Conferencia de Wannsee: una forma extrema de disuadir a cualquiera de cruzar la frontera con sus hijos más allá de su crueldad. Ante la presión humanitaria, el gobierno de Trump anunció que acabaría con esta política.

Morris demuestra cómo durante los siguientes años la separación continuó siendo una práctica habitual. Como afirma uno de sus entrevistados, Estados Unidos continuó practicando esta forma de tortura alejar a niños pequeños de sus padres sin que unos y otros no tengan forma de comunicarse o de saber sus paraderos no puede ser calificada de otro modo de manera soterrada e impune. Esto es lo que nos espera. El gobierno de México acaso no tenga demasiado margen de maniobra frente al déspota, pero sus ciudadanos debemos denunciar sin tregua las infinitas violaciones a los derechos humanos que se recrudecerán en los siguientes meses a un lado y otro de la frontera.

23 enero, 2025

Doña Claudia Sheinbaum miente
sin medida ni rubor;
ya polarizó el ambiente
como lo hizo su mentor.

Enrique Gómez Orozco  escribió en
am-León
 ( 23 | 01 | 2025 )
Ante diem X kalendas februarias
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Die vicesimo tertio mensis ianuarii, 
anno Domini bis millesimo vicesimo quinto
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El avance de CONFIA

 L 

os caminos de Guanajuato pasan por muchos pueblos y ciudades. Cuando la canción del compositor guanajuatense se colocó en la radio como la más popular del país en 1954, el estado tenía 1.3 millones de habitantes en el censo de 1950.

Era un estado fácil de gobernar. Un lugar donde prevalecía la paz. El crecimiento trajo complicaciones que todos conocemos. Hoy luchamos por contradecir la letra de José Alfredo. Una parte que debemos omitir: “ahí la vida no vale nada”, porque la vida es lo que más debemos defender.

CONFIA (Coordinación Operativa de la Nueva Fuerza de Inteligencia Anticrimen) es un buen proyecto del Gobierno estatal para recuperar la paz perdida. En sus primeros días tuvo éxitos y complicaciones. El Ejecutivo puso en manos de los diputados sus alcances en un documento de interés público. Ahí explica con claridad la estrategia. En el reporte, alguien se equivocó en los datos de los homicidios dolosos durante los primeros 100 días de gobierno. Lo notamos porque desde hace 8 años en A.M. Llevamos esa cuenta.

Pero hoy vemos frutos de CONFIA: hasta el día de ayer el promedio de homicidios en Guanajuato había disminuido un 28%, porque pasó de 10 en 2024 diarios a 7.2 . Con Diego Sinhue Rodríguez el estado era de 10, pero no de calificación sino del promedio de homicidios diarios. Después de Juan Manuel Oliva vino el descalabro con Miguel Márquez Márquez y todo empeoró con Diego. La disminución puede ser tendencia y el principio del fin de la tragedia.

Sería muy largo explicar y hacer comprensible todo lo que viene en CONFIA. Lo más sencillo será publicarlo completo. Cuando se designe al nuevo fiscal, se ampliarán los métodos de denuncia para los ciudadanos, algo que negó Carlos Zamarripa por desconfianza de las policías municipales. Si la Secretaría de Seguridad y la Fiscalía tienen voluntad coordinada, si se reestructuran y limpian las policías municipales, la gobernadora Libia García logrará el sueño de pacificar la entidad.

Tienen confianza en lograrlo. Es el primer paso indispensable. En el sexenio pasado siempre tuvimos la impresión de que había un problema grave: nunca tuvieron fe. Nunca tuvieron la seguridad de poder lograrlo. Un alto funcionario alguna vez dijo que “ni con todo el presupuesto del estado” podría lograrse la meta de regresar la seguridad perdida. La única respuesta racional era la renuncia.

Si el gobierno logra conquistar los caminos de Guanajuato, por ejemplo, habrá logrado la mitad del objetivo. Para ello se necesitan recursos pero más que nada inteligencia de investigación y presencia. Son muchos los pueblos en el estado, como dice la canción de José Alfredo, pero no es tan grande ni tan disperso como los del norte o tan escarpados como Guerrero y Michoacán.

La tecnología de punta ayuda mucho; la tolerancia cero con los vehículos sin placas o robados también facilita el trabajo. Los últimos “golpes” fueron con información precisa.

Hay que multiplicar las cámaras en todos los cruceros y poner arcos para identificar vehículos a distancias cortas. En la CDMX da muy buenos resultados; pueden seguir a un auto en cualquier trayectoria y por cualquier calle.

La policía en carretera estatal es una magnífica idea. La regionalización para delimitar responsabilidades, también. Era increíble que la policía estatal no pudiera entrar a ciertos municipios por miedo o impotencia. Esperemos que Libia García y Mauro González, secretario de Seguridad, tengan el mayor de los éxitos. Esperemos que elijan bien al nuevo Fiscal. Vale.

22 enero, 2025

Doña Claudia Sheinbaum miente
sin medida ni rubor;
ya polarizó el ambiente
como lo hizo su mentor.

Enrique Gómez Orozco  escribió en
am-León
 ( 22 | 01 | 2025 )
Ante diem XI kalendas februarias

Die vicesimo secundo mensis ianuarii, 
anno Domini bis millesimo vicesimo quinto
El rey de todo el mundo

 A 

 Donald Trump lo vemos intoxicado de poder, dando órdenes, amenazando a amigos y enemigos, dictando decretos. Con su foto oficial de mirada amenazante, como si fuera el afiche de una película de estreno, pareciera decirnos que él es el rey de todo el mundo.

El problema que impide a Trump convertirse en un autócrata mundial, es la historia de su país. Durante dos siglos y medio, su diseño republicano y democrático ha sido ejemplo de éxito, a tal grado que hoy es la nación más rica y próspera. Nunca nuestro vecino estuvo mejor que hoy, digan lo que digan sus críticos. Hay desigualdad y pobreza, discriminación y en algunas ciudades violencia. Pero el conjunto de otras virtudes convierte a EE.UU en el país más atractivo para emigrar: tiene las mayores oportunidades en el mundo para quienes quieren prosperar.

Su historia marcó la nuestra para bien y mal. La independencia de México se inspiró en la emancipación de las colonias inglesas y en su constitución. Alguna semejanza viene de nuestros nombres. Somos Estados Unidos, pero Mexicanos. Lo malo fue el robo de la mitad de nuestro territorio.

En un arco histórico formidable, quienes no dejarán que Trump se convierta en autócrata son los “padres fundadores”, verdaderos revolucionarios en las ideas. El mejor ejemplo es George Washington, primer presidente y héroe de la independencia de las 13 colonias.

Durante la guerra contra la Corona Inglesa, en 1782, un grupo de militares encabezados por el coronel Lewis Nicola, sugirieron a Washington convertirse en Rey. Había varias razones: el líder no tenía hijos porque era estéril, (adoptó a dos de los hijos de Martha Custis, su esposa) así que no tendría herederos y la “Corona Americana” se extinguiría a su muerte. Además sus admiradores pensaban que era necesario unir bajo “una corona” a las facciones independentistas.

Washington, un patriota íntegro, despreció la propuesta y le causó gran malestar. Lo demostró al término de su segundo mandato cuando no quiso cambiar leyes para perdurar. John Adams fue electo y Washington se fue a su casa y plantación de Mount Vernon, en Virginia, a pasar sus últimos días.

Quien detendrá a Trump de sus locuras serán los propios Estados Unidos. Incluso sus electores entrarán en razón cuando vean que el diseño de país que imagina es contrario a lo que siempre ha sido: una nación abierta al mundo, rica y próspera gracias a los inmigrantes, el comercio mundial y al “melting pot” de ciudadanos de todo el mundo (crisol de mezcla racial).

La herencia y la luz de otro héroe también lo detendrá en su xenofobia: Abraham Lincoln. El sabio abogado, luchador de la libertad, extiende su legado en la cultura inclusiva. El abogado de Illinois sabía que la esclavitud era una miseria humana, pero además sabía que un país de hombres libres traería mayor riqueza y prosperidad. Así fue y así es.

Trump subvierte las leyes cuando quiso dar un golpe de estado el 6 de enero del 2021. A pesar de ello la mayoría lo eligió de nuevo con el rollo de MAGA (hacer grande a EE.UU de nuevo). En dos años podría perder su control sobre el Congreso, el Senado y la Suprema Corte. Todo porque su proyecto está basado en mentiras, odio y narcisismo. La democracia norteamericana dista mucho de ser perfecta pero tiene la flexibilidad suficiente para cambiar pronto de opinión. Una líder religiosa lo puso en su lugar, y le pidió que “tuviera misericordia de la gente espantada ahora en el país”. Veremos.

20 enero, 2025

Ya don Cuitláhuac García
es honesto y muy capaz.
¿Y por qué antes deslucía
como necio pertinaz?

Jesús Silva-Herzog M.  escribió en
am - León
 ( 20 | 01 | 2025 )
Ante diem XIII kalendas februarias

Die vicesimo mensis ianuarii, 
anno Domini bis millesimo vicesimo quinto

Populismo oligárquico

 U 

na nueva oligarquía está tomando forma en los Estados Unidos, dijo, apenas hace unos días el presidente Biden. En su último mensaje a la nación volvió a sonar las alarmas que los electores ignoraron en noviembre. En esta ocasión, Biden no hablaba de la burla de la ley o del intento de revertir el resultado electoral. Se refería al bloque de poder que llegaba a la presidencia con Trump. Los más ricos de los ricos han concentrado un poder descomunal que pone en riesgo a la democracia y las libertades esenciales, dijo. Se refería a la nueva alianza entre Trump y los grandes magnates, en particular, a los señores de la tecnología que se han puesto a sus pies.

Ahí está otra diferencia importante entre el primer episodio del trumpismo y el que está por empezar. El primer Trump era un reaccionario, un hombre que pretendía regresar a un pasado tranquilo y seguro para su base electoral. El político de hoy se presenta como abanderado del futuro. El contraste no podría ser más grande. El de 2016 no era un conservador que buscara preservar tradiciones y valores, sino un radical que soñaba con recuperar un tiempo ido. Su lema de campaña era la perfecta expresión de esa nostalgia. Make America Great Again. Vayamos a recuperar la gloria perdida de Estados Unidos. No era un proyecto de futuro sino restaurador. Por eso hace ocho años parecía que la llegada de ese populismo reaccionario enfrentaba obstáculos insuperables y que, tarde o temprano, volverían las manecillas del reloj a su sitio. Ya no había sitio para la nación, la familia, la fe de los años cincuenta. Hoy Trump regresa al poder de la mano de los gestores del futuro. Sus principales aliados, los más visibles, los más comprometidos con su victoria no son los representantes de la derecha religiosa, sino los hombres que pretenden colonizar el espacio, los capitanes de la inteligencia artificial, los dueños de las redes. No tienen en la cabeza el idilio del Estados Unidos anterior a los derechos civiles, sino un imperio que llevará a la humanidad a otros planetas.

Quienes hace unos años vivían el entusiasmo por Obama, hoy están en la bolsa de Trump. No es mero oportunismo, aunque, desde luego, hay en ellos un evidente cálculo de rentabilidad.

He encontrado recientemente en la prensa norteamericana una serie de reportajes y reflexiones sobre el giro ideológico de los grandes magnates de la tecnología. Quienes hace unos años vivían el entusiasmo por Obama, hoy están en la bolsa de Trump. No es mero oportunismo, aunque, desde luego, hay en ellos un evidente cálculo de rentabilidad. En el cambio hay una transformación cultural profunda que más nos vale entender. La progresía demócrata se volvió pontificadora, burocrática, censora. No dudó en incluir en la canasta de los detestables a sus antiguos aliados cuando no se ajustaban a su prédica. El caso es que hoy los dueños de las plataformas donde nos hacemos una idea del mundo están al servicio de Trump. Le ofrecen mucho más que dinero y los artefactos que sirven para promover la mentira. Le prestan el prestigio del futuro. El trumpismo que fue reacción, se viste hoy de vanguardia.

La oligarquía de la que habló Biden en su mensaje reciente no es, por supuesto, un bloque compacto. Las fisuras en la alianza trumpista son visibles desde ahora. Quienes han sido desplazados del primer círculo, ven en los nuevos aliados a las mismas élites de siempre que pretenden tomar por asalto la nave populista. Ellos, con sus fantasías interplanetarias y sus intereses globales no pertenecen al movimiento de restauración nacional y deben ser expulsados, ha dicho Steve Bannon, quien fuera el gran gurú del primer Trump. Tarde o temprano, el pleito de los aliados tomará un lugar central en la política norteamericana. El nacionalismo reaccionario de los primeros trumpistas terminará enfrentado a los tecnólogos con intereses en todos los rincones del mundo que abrazan al segundo Trump.

El de Trump es un populismo oligárquico. Bajo el discurso de una política que defiende a los olvidados, bajo la crítica a las instituciones, los medios y las prácticas que sostienen el privilegio de la clase universitaria, se esconde la alianza de los más acaudalados que pretenden emplear todo el poder para su beneficio. La suerte de la segunda presidencia de Trump y su legado serán definidos por el enfrentamiento de los bloques de esta oligarquía.

19 enero, 2025

Ya don Cuitláhuac García
es honesto y muy capaz.
¿Y por qué antes deslucía
como necio pertinaz?

Enrique Krauze  escribió en
am - León
 ( 19 | 01 | 2025 )
Ante diem XIV kalendas februarias

Die undevicesimo mensis ianuarii, 
anno Domini bis millesimo vicesimo quinto

¿Estadista o dictador?

 ¿Q 

ué sentirán, en sus inquietas tumbas, los Padres Fundadores? Ellos, que estudiaron minuciosamente a la república romana para prevenir la concentración de poder en una sola persona, estarán preguntándose qué detalle de su legado falló para que hoy su creación pudiera tomar el rumbo de su desdichada predecesora, destruida, tras quinientos años de expansión, por un dictador.

Alguien preguntó a Benjamin Franklin: ¿Seremos una monarquía o una república? Famosamente, respondió: “una república, si sabemos mantenerla”. Se ha mantenido por dos siglos y medio. ¿Se mantendrá ahora? Probablemente sí, pero no deja de ser inquietante la llegada a la Casa Blanca de un presidente que no disimula su talante autoritario ni su simpatía por varios dictadores. No falta quien lo vea como el líder realista, claro y firme que exigen estos tiempos confusos y riesgosos, el hombre que mantendrá puertas adentro y defenderá puertas afuera los valores de la república, la democracia, la ley y la libertad. Parece altamente improbable.

La figura del dictador es igualmente romana, con un sentido distinto al actual. La República le confería poderes absolutos por seis meses y solo para casos de peligro excepcional. El arbitrio funcionó en muchas ocasiones hasta que apareció el temible Sila. Militar aristócrata, vencedor de diversas guerras, fue nombrado dictador, restauró los fueros del Senado frente a los tribunos del pueblo. También perpetuó la dictadura, promovió que le dijeran “Nuevo fundador de Roma”, proscribió y reprimió salvajemente a sus enemigos. Si bien se retiró para escribir sus voluminosas memorias, el precedente quedó inscrito como una profecía: en 44 a. C. César sería el dictador perpetuo, amado por el pueblo.

Comparar a Trump con César sería una blasfemia. Recuerda un poco a Sila. (Sin sus talentos: Trump ha vejado la memoria de los soldados caídos en la Segunda Guerra Mundial. No sé si ha hojeado un libro, ni siquiera el publicado con su nombre). Es el defensor de los oligarcas que muchos electores ven como el caudillo del pueblo. Es el “Nuevo fundador de Estados Unidos”. El poder que detentará es inmenso. El Partido Republicano lo obedece casi ciegamente y controla ambas cámaras. La Corte Suprema está en manos de ministros conservadores. Se ha mofado de las leyes y ha lanzado amenazas contra jueces, políticos y medios que le han sido adversos. Amnistiará a los golpistas que azuzó el 6 de enero de 2021. Trump, en una palabra, no cree en los valores cardinales de Estados Unidos. Trump cree... en Trump.

No es la primera vez que un caudillo populista aparece en la escena americana. En el siglo XVIII se dio dos veces el fenómeno del “Great Awakening”, movimientos populares ligados a figuras mesiánicas. Ya sin esas tonalidades religiosas sino como abanderados del pueblo frente a las élites políticas y económicas, hubo al menos dos personajes carismáticos en el siglo XIX y principios del XX: Andrew Jackson (presidente de 1829 a 1837) y William J. Bryan, candidato que electrizaba a las masas con sus diatribas contra los barones de la Gilded Age. En el siglo XX, el péndulo del populismo osciló a la extrema derecha. Entre otros personajes, destaca el gobernador racista de Alabama George Wallace, candidato presidencial en 1968.

Medio siglo después, llegó el presidente y mandó a parar. Ahora The Apprentice ha pasado de la pantalla a la realidad y su protagonista decreta a medio mundo: “You’re fired”. Muchos lo ven como el líder del nuevo “Great Awakening”. También él se ve así: “no se preocupen, mis queridos cristianos —dijo recientemente a un mitin de evangélicos—, en cuatro años ya no necesitarán votar”. ¿Puede un personaje así volverse un estadista? Difícilmente.

A veces la mejor escuela de la democracia es la dictadura. No será, pienso, el caso de Estados Unidos. Quizá figuras como Marco Rubio actúen como un contrapeso racional. Además, la historia es destino. Resistirá la prensa, algunos medios y redes sociales. Existe la oposición, pero para ser competitiva deberá encontrar nuevos liderazgos, deslindarse del fanático movimiento woke y otros lastres ideológicos. Si lo hace, tal vez siga contando con la mitad del electorado que no votó por Trump. Y en dos años habrá elecciones legislativas en las que el péndulo suele girar.

En 2026 Estados Unidos conmemorará el 250 aniversario de su independencia. Si reivindica a sus Padres Fundadores, la república americana tendrá mejor suerte que la romana.

18 enero, 2025

Ya don Cuitláhuac García
es honesto y muy capaz.
¿Y por qué antes deslucía
como necio pertinaz?

Jorge Volpi  escribió en
am - León
 ( 18 | 01 | 2025 )
Ante diem XV kalendas februarias

Die duodevicesimo mensis ianuarii, 
anno Domini bis millesimo vicesimo quinto

Está aquí

 P 

rimero, conspiró cínicamente contra la democracia; por ello fue denunciado y enjuiciado como un criminal. Luego, se valió de esa misma —y frágil— democracia para hacerse legítimamente con el poder. Desde una cervecería en Múnich, el 8 de noviembre de 1923 Adolf Hitler puso en marcha un golpe de Estado que acabó por fracasar; tras ser detenido, fue acusado de alta traición y condenado a cinco años de cárcel: una pena ridícula que ni siquiera cumplió en su totalidad. Una década después, el 30 de enero de 1933, se convirtió -esta vez sin romper con ninguna ley- en el canciller del Reich alemán. A Donald Trump la maniobra que lo llevó de atentar contra la democracia para luego usarla en su provecho y regresar al poder le llevó solo cuatro años.

Del mismo modo que ninguna de las instituciones de la débil República de Weimar consiguió impedir el ascenso del caudillo nacionalsocialista -en tanto incontables comentaristas rebajaban su peligrosidad o normalizaban su figura-, nadie en Estados Unidos logró evitar que Trump, condenado por otros delitos y acusado de no aceptar la regla más elemental de la democracia, el respeto a los resultados electorales, retornase a la Casa Blanca. Al revés: ante su inminente victoria, numerosos sectores económicos -y en particular las grandes empresas tecnológicasapenas han dudado en alinearse con él. Igual que en la Alemania de los años treinta, el poder económico es el mayor cómplice del nuevo autoritarismo que hoy se cierne no solo sobre su país, sino sobre el mundo entero.

Lo peor es que el Trump de 2025 no es el mismo que llegó por primera vez a la Presidencia o el que, con el rostro enfurruñado, debió comparecer una y otra vez ante distintos tribunales. El que haya elegido como retrato oficial -el que será colgado en cada embajada y oficina gubernamental estadounidense— una copia de su ficha policiaca revela, acaso más que ningún otro símbolo, el objetivo al que se dirige a partir de ahora: destruir el consenso liberal —o lo que quedaba de este— y subvertir los principios básicos de la democracia y del orden global de los últimos decenios.

Esta vez, Trump, que ya no tiene nada que perder, no dejará nada en pie: cada presupuesto asociado con la izquierda, el estado de bienestar o la simple decencia terminará demolido.

En esta ocasión, sus ocurrencias y desplantes no serán contrarrestados o frenados por ninguno de sus aliados: cada barbaridad que ya ha pronunciado hasta el momento —el aumento indiscriminado de aranceles, la expulsión de millones de migrantes sin papeles, la compra de Groenlandia o la reconquista del Canal de Panamá— tendrá consecuencias inmediatas. Incluso antes de ser investido, sus palabras ya son performativas: de la tregua en Gaza a las reacciones cotidianas de la presidenta de México, basta que balbucee una amenaza para que esta se vuelva, de pronto, inminente. En sus libros de autoayuda empresarial siempre lo dejó claro: su modo de actuar es el del terrorista o el del loco, el hombre todopoderoso que primero intimidará a su adversario antes de obtener de él cuanto se le antoje.

Si el Trump 1.0 carecía aún de ideología —o fingía tenerla solo por extrema conveniencia—, el Trump 2.0 ha decidido abrazarla como su más radical forma de venganza antes las humillaciones sufridas estos años. Hoy es el faro indiscutible de ese espectro de populismo ultraderechista que se extiende como hidra por el planeta. Trastocando una tradición centenaria, ha invitado a sus cómplices globales a su toma de protesta: verlo allí junto a Milei, Bukele, Orbán, Meloni, Netanyahu, Noboa, Abascal o Bolsonaro -una panda de ariscos bufones que recuerda a la formada por Göring, Goebbels y Himmlerserá el signo de los tiempos: su obra de demolición, publicitada por Elon Musk, esta vez será global.

A partir de este día 20 nos esperan años oscuros, oscurísimos. Años no solo de resistencia interior, sino de activismo cotidiano: millones sufrirán por los caprichos de esta Internacional del Rencor que, si no lo impedimos desde ahora, no hará sino ampliarse por doquier. Desde Hitler sabemos lo que pasa cuando no se frena a tiempo la demencia autoritaria.

17 enero, 2025

Ya don Cuitláhuac García
es honesto y muy capaz.
¿Y por qué antes deslucía
como necio pertinaz?

Juan Villoro  escribió en
am - León
 ( 17 | 01 | 2025 )
Ante diem XVI kalendas februarias

Die septimo decimo mensis ianuarii, 
anno Domini bis millesimo vicesimo quinto

Poesía y robots

 P 

ertenecemos a la primera generación que debe demostrar que todavía es humana. Mi libro No soy un robot debe su título a la frase que suele aparecer en sitios web, a veces acompañada de la solicitud de marcar animales o vehículos en diversas fotos. La paradoja es que somos acreditados como humanos por una máquina.

 Lo que en verdad nos define es el uso de la mano: el trazo de nuestro índice en la “almohadilla” de la computadora es distinto al de un robot. Pero este gesto pronto será imitado. En su ensayo “Ser o no ser un robot”, Naief Yehya informa que en el laboratorio Google DeepMind los robots ya atan nudos.

Lo que está en juego no es sólo la progresiva sustitución de tareas por parte de las máquinas, sino la noción misma de lo humano.

El mundo digital tiene una visión limitada de nuestra especie. Al respecto escribe Yehya: “En la película Blade Runner, los cazadores de replicantes o androides aplican la prueba Voight-Kampff a los sospechosos para determinar si son o no humanos. Esta es una versión de la prueba que concibió Alan Turing para determinar si una máquina podía exhibir inteligencia similar a la humana. El equivalente contemporáneo, en numerosos sitios y aplicaciones en línea, son pruebas (de identificar imágenes o copiar palabras) que debe responder o completar el usuario para demostrar que no es un robot. Esta paradójica reducción es significativa del pobre concepto que se hace quien programa los sistemas de lo que nos diferencia de las máquinas. Lo absurdo es que ese simplismo se sigue utilizando en un momento en que programas de redes neuronales, como los modelos extensos de lenguaje —LLM, por sus siglas en inglés— al estilo de ChatGPT, pueden responder a casi cualquier pregunta compleja, son capaces de simular creatividad y tener conversaciones en lenguaje natural, repletas de sutilezas e incluso ingenio que fácilmente pueden crear la ilusión de que se está interactuando con un ser inteligente y consciente. No es raro en la mediosfera contemporánea sentir vértigo ante la posibilidad de volvernos irrelevantes”.

Diversas culturas han idealizado lo que debe ser una persona. Aunque nuestra especie aporta más asesinos que genios, cuando decimos que alguien es “muy humano”, pensamos en alguien solidario y comprensivo. No nos definimos por lo que somos sino por un modelo difícil de alcanzar.

Vale la pena reflexionar en ese ser utópico, sin duda deseable. A diferencia de los programadores cibernéticos, los poetas buscan formas inesperadas de entender la especificidad humana: “El mundo es azul como una naranja”, asegura Paul Éluard. El sentido común sugiere que el planeta es redondo como una naranja, pero la poesía no se conforma con la realidad y hace que una fruta se contagie del color de los océanos.

El arte trata de lo que sucede, pero también de lo que podría suceder. En su comedia Cuento de invierno, Shakespeare inició la larga tradición de atribuirle un mar a Bohemia. La ciudad de Praga merecía estar en “un país desierto, junto al mar”. Desde entonces, la literatura vislumbra ese océano imaginario. Vladimir Nabokov lo incluyó en su novela Pnin, Volker Braun le dedicó una obra de teatro e Ingeborg Bachmann lo exaltó en estos versos: “Si Bohemia sigue junto al mar, creo de nuevo en los mares/ Y si aún creo en el mar, tengo esperanza de la tierra”. Anhelamos lo que no tenemos; en eso se funda la esperanza, categoría esencial de lo humano.

¿Puede una máquina pensar de esa manera?, ¿tener nostalgia de lo que nunca existió, deseo de lo que no se conseguirá?

Esto lleva a otra pregunta decisiva: ¿por qué necesitamos concebir lo que aún no sucede y acaso jamás existirá? Al aceptar el Premio Büchner, Paul Celan se refirió a la pulsión utópica que anima todo poema; el lenguaje aspira a comunicar algo más allá de las palabras, que surge en la mente del lector. Los lugares de la poesía no están en el mapa, pero al buscarlos se encuentra algo inesperado.

En una carta a Hans Beder, Celan dijo: “Sólo las manos verdaderas escriben poemas verdaderos. No veo ninguna diferencia fundamental entre un apretón de manos y un poema”. Testigo del Holocausto, el poeta precisó que son pocas las manos que podemos tocar, y eso explica la escasez de poemas. Los versos y las manos apelan al contacto con el otro, al “misterio del encuentro”.

El robot ya ata los zapatos, pero no necesita otras manos.

16 enero, 2025

Ya don Cuitláhuac García
es honesto y muy capaz.
¿Y por qué antes deslucía
como necio pertinaz?

Sergio Sarmiento  escribió en
am - León
 ( 16 | 01 | 2025 )
Ante diem XVII kalendas februarias

Die sexto decimo mensis ianuarii, 
anno Domini bis millesimo vicesimo quinto

Cobrar aranceles

 E 

ste 14 de enero el presidente electo de Estados Unidos publicó un mensaje en Truth Social, su red social, para quejarse de que el gobierno de su país se ha dedicado a exprimir al pueblo con impuestos. Añadió que a través de “suaves y patéticos” acuerdos comerciales, la economía estadounidense ha generado “crecimiento y prosperidad al mundo mientras nos cobraban impuestos a nosotros. Es tiempo de que eso cambie”. Anunció que establecerá un “Servicio de Ingresos Exteriores” para recaudar aranceles.

 Donald Trump y algunos de sus colegas sostienen que, si cobran impuestos suficientemente altos a las importaciones, no será ya necesario cobrarlos a los estadounidenses. Quieren reemplazar el Internal Revenue Service (IRS), el SAT estadounidense, con una institución que recaude aranceles y derechos a los extranjeros.

Los impuestos, sin embargo, siempre los pagan los residentes del país que los aplica. Los contribuyentes formales pagan el impuesto sobre la renta, pero los consumidores los aranceles. Si las empresas quieren sobrevivir están obligadas a trasladar sus costos a sus clientes, y los impuestos son uno de sus principales costos.

La idea de Trump de que Estados Unidos ya no es próspero porque comercia con otros países es falsa. No solo la Unión Americana es uno de los países más ricos del mundo, sino que lo es, en parte, por su comercio. Entre 2010 y 2023 Estados Unidos tuvo una expansión de 34 %, mientras que la Unión Europea avanzó solo 21 %. Muchos factores contribuyen a la mayor tasa de crecimiento estadounidense, pero uno es que su economía es más abierta.

Los países más prósperos suelen tener aranceles más bajos y menores barreras comerciales. Según la Organización Mundial de Comercio, Estados Unidos tenía en 2021 aranceles de 3.4 % en promedio, mientras que la Unión Europea registraba 5.2 %. El arancel de 25 % que Trump quiere imponer ahora sería uno de los más altos del mundo, arriba del 19 % de Argelia y Egipto o el 18.2 % de Camerún. Quizá Trump quiere acercar a la Unión Americana al nivel de vida de esos envidiados países, pero debería más bien seguir el ejemplo de Singapur, que después de ser uno de los países más pobres cuando se hizo independiente en 1965 es hoy el segundo más rico del mundo, después de Luxemburgo, y el primero de Asia, medido por su producto interno bruto per cápita. Singapur, a propósito, cobra 0 % de arancel.

Es cierto que hasta 1913, cuando se creó el impuesto sobre la renta en Estados Unidos con la 16ª enmienda constitucional, los aranceles eran la principal fuente de ingresos del gobierno federal. Sin embargo, entre 1910 y 1916 el gasto federal era de apenas un 2 % del PIB. Hoy se eleva a más del 36 %. Pretender cubrirlo con aranceles sería imposible, pero además provocaría un desastre económico en Estados Unidos que se contagiaría al resto del mundo. Esto ocurrió ya con la Ley Arancelaria SmootHawley de 1930, que fue uno de los mayores detonantes de la Gran Depresión.

El problema es que la ignorancia económica de Trump puede convertirse en política pública en la mayor potencia del mundo a partir del 20 de enero. Bajar el impuesto sobre la renta es buena idea, pero esa reducción no debe compensarse con incrementos en los aranceles. Es falso que estos los paguen los extranjeros; el costo lo cubren quienes viven y trabajan en Estados Unidos, porque se ven obligados a comprar productos más caros y de peor calidad. Lo sabemos bien los mexicanos, que durante muchas décadas vivimos con aranceles altos.

15 enero, 2025

Ya don Cuitláhuac García
es honesto y muy capaz.
¿Y por qué antes deslucía
como necio pertinaz?

Enrique Gómez Orozco  escribió en
am - León
 ( 15 | 01 | 2025 )
Ante diem XVIII kalendas februarias

Die quinto decimo mensis ianuarii, 
anno Domini bis millesimo vicesimo quinto

Culturas divergentes

 E 

n los planes de gobierno de este segundo tiempo de la 4T hay una discordancia, disonancia o divergencia incomprensible. Por un lado siguen con la cantaleta de que nos distanciamos del monstruoso neoliberalismo, pero quieren que el país siga en el libre comercio con el mundo. Chocan dos fuerzas: la vieja idea del estatismo “a la Luis Echeverría” y la construcción neoliberal globalista de Ernesto Zedillo. El problema para el país será el choque con la realidad internacional. La lucha por la productividad y la competitividad será la de nuevas tecnologías de fabricación y de administración.

 Tomemos el caso de los automóviles, una industria en la que el país ha destacado por el libre comercio y la calidad de la mano de obra mexicana. Hoy todas las plantas que producen vehículos en México quedarán obsoletas en 2028 cuando China llegue a unos 35 millones de autos vendidos en su mercado interno, autos 100% NEVs (New Energy Vehicles, por sus siglas en inglés).

Los NEVs son vehículos híbridos, híbridos enchufables y eléctricos. Las armadoras tendrán la opción de producir aquí o en China. La decisión dependerá de lo que plantee Donald Trump la semana que viene. Si fortalece el TMEC, habrá tiempo para la reconversión. Los autos chinos sin arancel o con mínimos aranceles están devorando el mercado nacional con precios, calidad y subsidios de su gobierno que no podemos —hasta hoy replicar.

Eso también tiene que ver con el futuro de Pemex, la empresa más grande de México, la que más debe y la que más pierde. Su futuro incierto cuesta más al erario que el sistema de salud o de la educación. En 3 o 5 años mucho antes de lo previsto más de la mitad de la venta de vehículos en el mundo serán NEVs. El precio del petróleo caerá por la creciente explotación y la disminuida demanda.

¿Qué vamos a hacer con ese monstruo tragadinero? No habrá recursos en las arcas ni en los bancos para sostenerlo al tiempo que crecen las pensiones y los apoyos sociales. Gracias a su pésima administración podemos perder el grado de inversión.

Lo saben los economistas de adentro y afuera del gobierno. Gerardo Esquivel lo escribió el lunes en el periódico El País: México está entrando a la recesión cíclica del primer año de sexenio. También pesa que no quedaron los guardaditos que Peña Nieto dejó a López Obrador hace seis años.

Si la actividad económica baja, los ingresos del gobierno también lo harán. Por eso la estimación de crecimiento del plan de gobierno de un 2 % o un 3 % es pura fantasía. Durante seis años estuvieron ausentes las palabras competitividad y productividad. Sin una obsesión por el crecimiento basado en el sector empresarial, muchas de nuestras manufacturas y exportaciones se irán a China o a cualquier país de oriente.

Del nearshoring ni hablar. El atractivo del país se pierde para el capital extranjero cuando hay temor. Incluso los mexicanos venden activos para poner sus recursos en el extranjero. La historia y los datos lo dicen.

Por más que les duela en su ideología de izquierda tropical, Morena deberá caer en cuenta que sin una política favorable al capital, su estancia en el poder terminará más pronto de lo que imaginan.

14 enero, 2025

Ya don Cuitláhuac García
es honesto y muy capaz.
¿Y por qué antes deslucía
como necio pertinaz?

Francisco Martín Moreno  escribió en
am - León
 ( 14 | 01 | 2025 )
Postridie idus ianuarias

Die quarto decimo mensis ianuarii, anno Domini bis millesimo vicesimo quinto

La herencia maldita

 L 

e vamos a heredar a nuestros descendientes un país quebrado, devorado por una feroz corrupción nunca antes vista en la historia de México. Un país en manos ocultas de un sujeto roto por dentro, deseoso de seguir dañando hasta la médula a una nación adormilada o anestesiada. Heredaremos un gobierno encabezado por incapaces, sin división de los poderes federales ni organismos autónomos, sin un sistema educativo moderno, herido, además, por una escandalosa deserción escolar. Estamos condenados a ser un país de reprobados, con todas sus consecuencias.

 Vamos a legar un campo amenazado por la quiebra debida a la cancelación de las instituciones financieras rurales y la aparición de organizaciones agrarias apartadas de la menor noción de la soberanía alimenticia. Además, un Pemex con una deuda de 106 mil millones de dólares, más la contratada en términos suicidas por AMLO que, al comprometer el porvenir de las siguientes generaciones, accedió al poder con una pesada carga de plomo en las alas.

¿A dónde fue a dar FONATUR, que detonó el turismo en la Riviera maya y en la nayarita, y en el resto del país? ¿Por qué no recurrimos al fracking para extraer petróleo y gas, cuya tecnología permitió la autosuficiencia energética en EU? ¿Cuándo podremos construir el AICM que generaría 80 millones de pasajeros y 100 mil millones de dólares de ingresos al año? El mundo nos etiqueta como un país podrido por el narcotráfico, en lugar de trabar alianzas con la DEA, Scotland Yard, con Bukele, de El Salvador, o la Mossad israelita para combatir de raíz a la delincuencia.

Requeríamos de un gobierno creador de empleos, en lugar de un presidente populista que regalara los ahorros públicos, que negara apoyos a la cultura, a la salud pública, que aumentara los homicidios dolosos, que evadiera la verdad, que hundiera a las pequeñas y medianas empresas, que incrementara la pobreza, que disparara el precio de las gasolinas, que efectivamente hubiera ahorrado 500,000 millones de pesos derivados de la corrupción. Sí, necesitábamos un jefe de Estado que utilizara las energías limpias y baratas, que aumentara la red de carreteras, que creara certidumbre económica, que fortaleciera la marca México en el mundo, que sacara al ejército de las calles, que uniera a los mexicanos, que encarcelara a la “Mafia del Poder”, que nuestras mujeres vivieran seguras, que disminuyera la migración mexicana a EU, que dominara al narco para que no interviniera en las elecciones; que México viviera en paz, que redujera la importación de alimentos, que respetara la Constitución, la separación de poderes y construyera una sólida democracia; que el Fiscal General de República fuera realmente autónomo, que a las familias mexicanas les alcanzara para comprar la canasta básica, que hubiera sido el mejor presidente de la historia, que no se hubiera robado los fondos de los fideicomisos públicos, que se abstuviera de intervenir en los sufragios violando las leyes electorales, que utilizara las tecnologías modernas para hacer de México más competitivo en el mundo; que estimulara la oportuna impartición de justicia, que apoyara a las instituciones privadas mexicanas que luchan en contra de la corrupción, que respetara el T-MEC y cuidara la imagen exterior de México, que hubiera impedido la muerte de más de 800,000 mexicanos víctimas del Covid, que no temiera ser juzgado por autoridades internacionales, que hubiera comprado vacunas en lugar de construir el tren maya y no ocultara a la nación las cifras contables con las sería posible demostrar los desfalcos, que nunca hubiera declarado que el “gobierno” cubano debería ser un ejemplo para México.

Nuestra generación no es la perdida ni la desperdiciada, es la de la vergüenza, porque permitimos con nuestro voto el desmantelamiento de nuestra incipiente democracia al no defender el Estado de Derecho ni la separación de poderes ni la erosión de los contrapesos jurídicos y políticos diseñados para evitar el arribo indeseable de otro jefe Máximo, de otro cacique que condujera al país tras bambalinas, a un despeñadero de una profundidad inimaginable, porque dice conocer a la perfección los inmensos límites de la cobardía de los mexicanos.

No aprendimos nada de la historia. Habremos de pagar un precio muy elevado por la herencia maldita que legaremos por pusilánimes a las futuras generaciones.

Opinión

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