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Contra el despotismo […] S i los partidos luchan en la elección de magistrados, éstos tendrán siempre carácter y compromisos políticos incompatibles con la serenidad y la neutralidad requeridas en sus funciones. [...] Cualquiera intervención política de un tribunal rebaja y corrompe la dignidad de la institución y la hace inepta para cumplir su única pero alta función legítima.
En 1957 Cosío Villegas explicó que ni la inamovilidad, ni el sueldo, ni la elección popular ("malísimo sistema para designar a los magistrados de la Corte") aseguran la independencia. La única garantía era el respeto a la ley y el amor a la libertad de los ministros, que debían ser "fiera, altanera, soberbia, insensatamente independientes". La Constitución otorga a los jueces una permanencia suficiente para cumplir su encomienda y permitir el ingreso de nuevas generaciones. El número de ministros y la división en salas disminuye la posibilidad de injerencia política. Y la Constitución confía en que el Ejecutivo y el Senado (electos popularmente) sabrán nombrar personas capaces, con vocación jurídica y actitud independiente. No ha sido el caso en este gobierno ni en esta legislatura. Menos aún lo sería en el futuro. La elección popular se traduciría en la elección personal del presidente, que optaría -como ha ocurrido en este sexenio- por nombrar ministros fiera, altanera, soberbia, insensatamente... serviles. La supervivencia de la República depende de la independencia del Poder Judicial. El despotismo busca anularla. La ciudadanía no lo permitirá. 🔺 ITE SVPRA 🔺 |
04 febrero, 2024
EX CIVITATE CELAYENSE, DIE 4 MENSIS FEBRVARII, ANNO DOMINI MMXXIV
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Opinión
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