RESPETA A TU PADRE Y A TU MADRE: כַּבֵּ֥ד אֶת־אָבִ֖יךָ וְאֶת־אִמֶּ֑ךָ

D.n Enrique Gómez Orozco escribió en 
 (30/07/2024)

♦ Lenia la (mala) vendedora 

A

Lenia Batres le fue mal en Guanajuato, como le va mal en tantas ocasiones cuando participa en el Supremo Tribunal de Justicia de la Nación como Ministra. Sabemos de sus gustos estridentes para enfrentar a vecinas, algo imposible de empatar con la sobriedad de su cargo.

Lenia vino a Guanajuato al Congreso a vender la propuesta de la Reforma al Poder Judicial. Para ello se valió de lo que le sale bien: los insultos. Calificó a la justicia de “elitista, cara, desgastante, corrupta, insensible, humillante, lenta y onerosa”. A jueces y miembros del PJ no les gustó la retahíla de calificativos. Con pancartas en su contra le gritaron “¡Fuera, fuera!”.  Tuvieron que salir al quite los miembros de Morena, quienes se apuraron a defender lo indefendible.

Hay muchas preguntas para la ministra Lenia. ¿Es su papel como ministra hacer propaganda partidista y echarle leña, fuego y… a todos sus compañeras ministras, ministros, magistrados, magistradas, jueces, funcionarias y funcionarios del PJ?

¿Si quiere vender la idea de un cambio para acabar con todas las cosas que están mal, el método no es plantear lo nuevo y sus beneficios?

En cada presentación que tiene le va mal. Los abucheos, los insultos y la gritería impiden cualquier diálogo entre legisladores, miembros del PJ y la ministra. Hay quienes dan por hecha la consumación de la reforma de AMLO porque el partido en el poder alcanzaría la mayoría absoluta del 74% en la Cámara de Diputados. Algo que está en veremos en el Tribunal Electoral.

La UNAM, que aún es el centro más importante del país en conocimiento e impartición de cultura jurídica, está en contra de la Reforma porque advierte —como todos— que la intención es disminuir o eliminar la independencia de nuestros juzgadores. Así como Lenia no tiene la menor idea de lo que significa su función y hace muy mal la tarea de vender una reforma inútil y convenenciera para el Poder Ejecutivo, el rector de la UNAM, Leonardo Lomelí, da cátedra sobre la barbaridad de la reforma. Todos escuchamos a quien sí sabe.

Tan solo pretender la reducción de salarios de jueces, magistrados y ministros resultaría en una huelga inmediata del PJ, porque en la ley está establecido que las remuneraciones no pueden ser disminuidas en lo privado y lo público, a menos que haya acuerdo de las partes. Pensar que todos en el PJ van a aceptar de buena gana que les reduzcan su ingreso después de haberlos insultado, después de innumerables agresiones verbales, resulta ingenuo por no decir infantil.

En Morena deben entender que la imposición no es la mejor forma de gobernar. La propia doctora Sheinbaum tendría que enfrentar la crisis institucional más grande de nuestra historia contemporánea. Un paro del PJ pondría de cabeza al país y daría al traste con el arranque de sexenio.

Sabemos que la reforma es producto de una venganza de López Obrador porque los jueces no se doblaron a sus caprichos, en particular Norma Piña, la ministra presidenta de la Corte.

Es cierto que se necesitan cambios en el PJ, para hacerlo más eficaz, expedito y justo en sus sentencias. Pero transformarlo no es a manotazos y con majaderías. Hay muchísimos cambios técnicos que pueden lograrse con nuevas tecnologías; las leyes pueden perfeccionarse. Los procesos pueden digitalizarse con la seguridad necesaria. Lo de elegir jueces es una broma de mal gusto. Amén.

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