La oposición puede ganar, pero no sin dificultades.

Andrés Oppenheimer escribió (periódico am, 01/07/2023):
¿Puede ganar la oposición en México?
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 A
 diferencia de varios de sus rivales, (Xóchitl) Gálvez no forma parte de la dirigencia partidaria, y no tiene una maquinaria política que le ayudará a reunir las 150,000 firmas que requiere para estar entre los finalistas de la primaria opositora. Sin embargo, arrancó fuerte.
     Tras anunciar en Twitter el 27 de junio que “seré la próxima presidenta de México”, su mensaje se volvió viral, y al día siguiente tenía 3,7 millones de vistas. Gálvez podría darle la vuelta al relato oficialista, y exponer a algunos de los candidatos de López Obrador como personas que vivieron de la política sin haber trabajado nunca en el sector privado. En una entrevista la semana pasada, Gálvez me dijo que “vengo de abajo, he estado luchando por los que menos tienen, he trabajado incansablemente por los indígenas”.
     Eso, y el hecho de que se convirtió en una mujer de negocios exitosa llevó a muchas personas a convencerla de postularse para la presidencia, me señaló. Gálvez inicialmente había planeado postularse para la alcaldía de la Ciudad de México en las elecciones de 2024.
     Pero una confrontación pública con López Obrador la semana pasada, luego de que él la acusara falsamente de querer eliminar los subsidios para los ancianos, llevó a que muchos la convencieran de lanzarse por la presidencia, me dijo. Cuando le pregunté a Gálvez sobre su plataforma política, me dijo que algunas de sus principales prioridades serían atraer inversiones para reducir la pobreza y la migración, y combatir el cambio climático.
     La tendencia de “near-shoring”, por la cual las empresas multinacionales quieren sacar sus fábricas de China y montarlas más cerca del mercado estadounidense “puede ser nuestra mejor oportunidad en 100 años”, me dijo Gálvez.
     Pero el gobierno de López Obrador la ha desaprovechado. Y en lugar de apostar por las energías limpias, el presidente “sigue apostando por el petróleo”, agregó. Cuando le pregunté qué cambiaría en la política exterior de México, me dijo que “no me gusta apoyar a regímenes autoritarios, o a regímenes donde no hay democracia”.
     No será fácil para Gálvez ganar la candidatura presidencial de la coalición opositora, porque deberá competir con dirigentes históricos de su partido. Además, tal como escribió el director del diario Excélsior, Pascal Beltrán del Río, en una columna reciente, algunos la ven como arrogante. “El gran enemigo de la carrera política de la senadora Gálvez es su ego”, escribió. Tal vez sea así. Pero como mujer que nació en la pobreza y llegó adonde está, no sería extraño que tuviera que abrirse paso a los codazos. Puede que muchos votantes lo entiendan así.
     El hecho de que López Obrador intentara calumniar a Gálvez incluso antes de que ella hiciera su anuncio presidencial me hace pensar que es la figura opositora a la que más teme. Gálvez podría destruir el relato oficial de una contienda entre ricos y pobres, inyectar nuevos bríos en la coalición opositora, e incluso hacer cambiar los pronósticos electorales para el 2024.

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