VÆ VICTIS!

Gabriel Zaid escribió (diario am, 30/07/2023):
El derrumbe
[...]
E
l presidente López Obrador propuso una Cuarta Transformación histórica de México, y para construirla se lanzó a destruir, sin ton ni son. Al principio, la ostentación de que nada lo detenía favoreció que nadie lo detuviera. Su denuedo destructor parecía incontenible, hasta que aparecieron valientes que le marcaron el alto.
     La adhesión a su liderazgo, a principios del sexenio, era casi total: más del 80%. Pero no era monolítica. Sumaba adhesiones con muy distintos motivos. De unos, por fe ciega en él; de otros, por razones ideológicas; o por resignación ante lo inevitable, miedo, interés o ánimo acomodaticio.
     No todas las adhesiones perduran pase lo que pase, ni todas soportan lo mismo. El incumplimiento de promesas sobre seguridad, corrupción, pobreza, salud, fue provocando bajas.
     El poder arrollador empezó a topar con pared en esto y en aquello; en cosas pequeñas, medianas o tan grandes y visibles como el fracaso en imponer una presidenta sumisa en la Suprema Corte.
     Tan pública impotencia multiplicó los topes a su poder arrollador. Más aún porque fue en el quinto año del sexenio, que en otros tiempos era el Año del Señor Presidente: el de su máximo poder, antes del derrumbe.
     El primero de diciembre de 2021, a mitad del sexenio, el presidente organizó una “fiesta cívica” de celebración masiva en el Zócalo; durante la cual levantó el brazo a Claudia Sheinbaum, mientras los acarreados coreaban: “¡Presidenta!” “¡Presidenta!” Se interpretó como un destape, difícil de explicar, por prematuro. Como si temiera que más tarde no sería fácil imponerlo. Como debilidad. La anticipación del destape adelantó el derrumbe.
     El destape no tuvo la adhesión que esperaba. Recurrió, entonces, a multiplicar sus corcholatas. Tampoco funcionó. Peor aún: las corcholatas empezaron a promoverse, fuera de su control. Y cuando, de la nada, apareció una adhesión arrolladora a Xóchitl Gálvez, se asustó y empezó a atacarla como si se le hubiese aparecido el diablo. Fue contraproducente.
     En las elecciones de 2000, 2012 y 2018 los votantes optaron por la alternancia. Es posible que lo hagan de nuevo en 2024.

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