uestras oficinas se comunican en burocrañol, idioma donde el significante carece de significado. El CENTRO NACIONAL DE INTELIGENCIA afirma que ha procedido a la "transferencia de insumos" (archivos "históricos" sobre "violaciones de derechos humanos" que debían entregarse al Archivo General de la Nación). La frase suena suficientemente absurda para ser oficial, pero no dice nada concreto.
Para colmo, la petición de entregar documentos se presta a interpretaciones subjetivas en un país donde la rendición de cuentas no deja de ser una promesa. Las dependencias deben resolver dos cosas fundamentales: ¿qué documentos son "históricos" y en qué medida tratan de "violaciones a derechos humanos"? Numerosos papeles se desechan por cálculo o descuido antes de que alguien considere que son "históricos" o que su contenido fue lesivo.
Además, el hecho de que la información llegue al ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN no garantiza que permanezca ahí ni que pueda ser consultada en forma directa. Un ejemplo: en 2002, el Archivo recibió 4,223 cajas con 58,302 expedientes de la Dirección Federal de Seguridad y la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, pero lo que se puede revisar son las tarjetas catalográficas que aluden a esos intangibles legajos. Por otra parte, hay carpetas vacías o incompletas. No es difícil suponer que ese material fue destruido o regresó a las oficinas que lo habían generado. El informe técnico del Mecanismo para el Acceso a la Verdad y el Esclarecimiento Histórico, que se puede consultar en red, ofrece fotos en el AGN de archiveros a los que se les sustrajeron las tarjetas.
En su reciente discurso de ingreso al Colegio Nacional, Cristina Rivera Garza resaltó la importancia cultural de los archivos: "Hay que traer a colación, materialmente, esos otros textos que nos preceden y que, con suerte, nos sucederán. Hay que trabajar de cerca con las tradiciones en las que nos inscribimos, en mi caso con el afán de subvertirlas, de darles la vuelta, de recomponerlas o yuxtaponerlas de tal manera que puedan activar, en el presente, ese pasado que siempre está a punto de ocurrir. De ahí la importancia de la investigación en general y del archivo en particular".
Aunque la Comisión Nacional de Derechos Humanos se ha sumado a la petición de que se conozcan los "archivos de la represión", la infructuosa búsqueda de la verdad recuerda un célebre título de la dramaturgia mexicana: Nadie sabe nada, de Vicente Leñero.
La transformación del país pasa por preservar el pasado, no como materia muerta sino como herencia viva, "siempre a punto de ocurrir".
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